Serie de televisión de ciencia ficción emitida desde 1963 por la BBC que trata de un extraterrestre de una raza que se hacen llamar “los señores del tiempo” porque tienen la tecnología para viajar al pasado y al futuro además de transportarse a cualquier lugar del universo gracias a sus naves espaciales que ellos llaman “T.A.R.D.I.S.” (Time And Relative Dimensions In Space; Tiempo Y Dimensiones Relativas en el Espacio). El “Tardis” de la serie tiene apariencia de cabina telefónica de Inglaterra porque su sistema de camuflaje quedo trabado en esa forma.
“The Doctor” está empecinado en proteger la humanidad porque es la raza que más admira de todo el universo. En el transcurso de cada temporada lo vemos viajando a lugares de fantasía mientras visita razas tanto amistosas como bélicas a las cuales tiene que enfrentar y en algunos casos es el causante de sus trágicas historias.
“The Doctor” es un dios en todo el sentido que le da el “comic” y el “manga” a esto personajes. Gracias a su capacidad de regenerarse por completo efectúa un proceso corporal comparado a la reencarnación con la diferencia de que no tiene que volver a nacer; cambia de rostro, de edad y hasta de sexo sin perder sus recuerdos por lo que mantiene su identidad. Se ha regenerado tal vez unas doce veces y en la temporada numero 11 volvió a enfrentarse a la maldad del universo en forma joven y femenina. El señor del tiempo se hace llamar “the doctor” porque –según él- ningún humano puede pronunciar su verdadero nombre.
“The Doctor” parece estar loco, toma decisiones aparentemente confusas, habla sin parar. Pareciera que en algunos momentos odia las personas porque se aleja de ellas. Pero al cabo de muchos capítulos podemos descubrir la paradoja de un destino de tintes mítico.
La maldición de “The Doctor” comienza con la soledad. Se cree único de su especie pues escapo de su planeta cuando una guerra con otra especie los destruía. Todas las personas que conocen temprano o tarde mueren.
“The Doctor” tiene el tiempo a su disposición pero inevitablemente debe respetar reglas de la paradoja que ni él puede engañar. Terminamos por aceptar que el universo tiene fin, que nuestra imaginación nos permite viajar al principio y en el corto tiempo de nuestras vidas humanas solo tenemos el presente. El tiempo finito que tenemos no podemos desperdiciarlo viajando al pasado intentando vivir un tiempo vivido o viajando al futuro y estar construyendo eventos allá nos quita la posibilidad de dejar nuestra huella en el tiempo correcto.
Por Fernando Urrea - Texto Fresco Contenido Media
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