Ese besito, condimentado con lengua de arándano y dientes de sable me apartan del mundo.
Olvido que estoy colgado en un balcón con una mano en tu cadera y otra en la baranda; y que a un salto estaré de regreso al mundo, donde debo seguir en guerra.
Nos escogieron o aceptaron en este grupo de elite de rescatistas por nuestras capacidades mentales y físicas. Y la verdad lo digo ahora con un poco de vergüenza, me sentía un ser privilegiado por mi gran fuerza. Otros tal vez tienen empatía y telepatía. Pero levanto escombros y vehículos estorboso. Me sentía superior de los profesionales médicos o los topógrafos y además más aguerrido que los militares hasta que conocí a Maximus.