Hoy no estaría desarrollando esta historia si no fuera porque hace unos meses tuve una experiencia que me aterrorizo a tal punto que busque la oración y la conexión con mi ángel de la guarda.
Estábamos en mi casa en las horas de la noche, cuando todos llegamos cansados del trabajo y el estudio. Tomamos una cena liviana para dormir y a la vez nos adelantamos de los sucesos del día, mientras preparamos nuestra ropa o vemos algo de televisión.