Cierto día, antes del tiempo, el espíritu de la araña se encontró con el espíritu del ser humano, se dedicaron a hablar acerca de sus razas, de la creación y destrucción que conllevaba pertenecer a cada una; La araña le contó a al espíritu del ser humano que cuando sus crías no tenían que comer algunas de las de su clase se sacrificaban haciéndose alimentos para ellos, así como algunas otras se iban y otras se comerían a sus crías, al espíritu del ser humano esto último la alarmó, sin embargo encontró que las de su raza tenían esos tres comportamientos también, no se comían a sus crías, pero las mataban incluso antes de nacer, eso sí asustó a la araña… ellos al menos los dejaban nacer, eso era menos hipócrita dijo.
La conversación siguió y encontraron que no eran tan distintos, eran diferentes, eran similares, eran criaturas y tenían roles diferentes, sin embargo apareció el ego, haciendo que desearan saber que raza era superior, en medio de tan bizantina discusión apareció un espíritu indefinible, que era tan joven como el tiempo y tan viejo como un recién nacido, no era femenino y tampoco masculino, simplemente era y ellas nunca lo habían visto; este “ser” tiritaba, y en este mundo intangible en el que las sensaciones físicas se creían imposibles; los espíritus se compadecieron.
El espíritu del ser humano decidió ayudar al “ser” y así además demostrarle a la araña que su raza era mejor, de tal manera que recurrió a los conocimientos que inculcaba en las personas del mundo físico, se reunión con varios otros y empezaron a hilar con sus pensamientos una hermosa manta, de tantos colores como almas humanas aportaron.
El espíritu de la araña, también recurrió a sus congéneres y además a las aves, llego con una muy, muy hermosa, pero endeble tela de araña de la cual colgaban plumas y de la que el espíritu humano se burló, pero el “ser”, la tomó con veneración, la alzó a su cabeza donde quedó suspendida y él durmió, de esta manera empezaron a mostrarse sus sueños, dejando pasar por el centro los malos y resbalando por las plumas y hacia su cabeza los buenos. Sin embargo, el espíritu de la araña en el esfuerzo de hacer algo tan grande estaba muy muy cansado, se desvanecía sin ver la maravilla que habían creado con sus congéneres y los pájaros.
El “ser” despertó y se reveló como creador, ya sin tiritar y sintiéndose profundamente halagado, con un solo pensamiento deshizo de la manta que le había regalado el espíritu humano en muchos hilos y sonriendo con dulzura los unió a la creación de la araña y los pájaros, dándole el conocimiento para replicar el regalo tan maravilloso del espíritu de la araña, le indico que se lo enseñara a las personas del mundo físico, de tal manera que tendrían la misma característica que el creado por el espíritu de la araña, de atrapar en la mente humana los buenos sueños y dejar pasar los malos.
Y si las personas del mundo físico no tenían tiempo, le enseño al espíritu humano a hacerlos simples, con pequeñísimos tejidos de araña de los que dotó a los hijos, de tal manera que en las carreras que preveía para esta raza, al unir varios hilos harían cordones, los cuales, a pesar que en el tiempo se perdiera el conocimiento, tendrían el mismo poder de las telas grandes, como la que le regaló la araña y a la que llamó atrapasueños.
Yohanna Carolina Suarez Rivera (YoCa)
Chía, 23 Marzo 2018
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