Con la inquietud en su corazón de acercarse a un policía
Mariela le cuenta a su amiga en la peluquería que en el semáforo de la esquina mataron a una jovencita, al parecer porque no quiso subirse a un carro en que se bajaron dos tipos malacarosos que de seguro eran matones. Los vio insistirle a la niña muy bonita despues de salir de un bailadero de la zona la noche anterior.
Mariela también le narra con cara de pánico el momento en que uno de esos gañanes sacó un arma y le pegó un tiro en la cara y otro en el pecho. -¡Dios mío!- exclamo la señora.
En la madrugada recogieron el cadáver pero aun por la mañana estaba acordonado el semáforo y el paso de carros limitado. Mariela antes de llegar a la peluquería paso por la zona con la inquietud en su corazón de acercarse a un policía y describir al asesino. Pero sabe que no puede, es normal quedar en evidencia ante los malhechores que están prestos a desquitarse de los delatores y testigos.
Parada al borde del área sosteniendo la cinta de precaución escucha una voz que reconoce y al girar a su derecha descubre al pistolero preguntándole a un señor que estaba pasando y si alguien había visto algo. Mariela siente un campanazo en la cabeza y un terrible temblor en las piernas. Lo más prudente que puede se va retirando de la escena en camino de la peluquería. Al llegar le grita -! Marica el matón esta allá¡-
Mirando por la ventana descubre que el hombre no está solo y que vienen en camino hacia ellas por lo que sierran el local y se esconden debajo del escritorio esperando que pasen derecho.
Autor Fernando Urrea Beltrán
Nota: Tomado de un evento real.
@textofresco
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