domingo, septiembre 11, 2011

Un día cualquiera.

Un día cualquiera mi alma se acongoja y como presionando en mis pulmones pierdo el aliento, teniendo mucha lagrimas no sale ninguna. Al final viene una paz cuando por fin sale toda esa agua salada y descubro como iluminado que son tristezas ridículas e inertes, la clase de lujos que no se puede dar un sobreviviente.

Entre el barro



En Bogotá el transporte público tiene una gran historia de prueba y error en la capital de Colombia, desde el Tranvía de Mulas hasta el Transmilenio en medio de esa línea en el tiempo estoy yo en una buseta roja que dice en su frente en letras adhesivas blancas “servicio ejecutivo” lo que implica que nadie va de pie. Como soy el único que va parado me imagino que el conductor aprueba la agresión a la regla, obviamente si llega a haber retenes me manda a sentarme en una butaquita al lado de él.

Son las seis de la mañana y voy camino al colegio en el que estoy terminando el bachillerato y lo que está en mi mente es el rumbo que va a tomar mi vida.

Como era normal la radio de la buseta esta en alto volumen pero lo que escuchamos es el noticiero de Caracol radio “6 a.m 9 a.m“. Comentan la emergencia que se esta presentando por un incremento de la actividad volcánica del nevado del Ruiz, hacen un boletín especial están informando que un radio aficionado acaba de recibir una comunicación de un piloto de helicóptero que sobrevolando las inmediaciones del nevado se encuentra con que ya no existe la población de Armero.

     -Luis Fernando Urrea Beltrán


En las alturas













Como un coletazo de la crisis internacional mi papá estuvo a punto de perder todo lo que trabajó en la vida. Los bancos rapaces cayeron embargando todo lo que no podía salir corriendo y el entregó gran cantidad de bienes entre esos su apartamento.

Habíamos luchado mano a mano para no perder el mío, sin embargo como una estrategia para recoger algo de plata estaba arrendado mientras buscaba nuevas oportunidades en Facatativa, una población a una hora de Bogotá. La situación no había mejorado, después de un año, por lo que al querer volver a mi casa no pude porque quienes la tenían en alquiler no se salían a parte de estarnos debiendo varios meses. Lo que me tocó fue arreglármelas para ocupar con mi esposa e hija una esquina del pequeño apartamento en arrendamiento de mis padres.

Trabajábamos juntos en la empresa familiar por lo que siempre llegábamos a la hora del almuerzo y nos esperaban las señoras de la casa con un suculento almuerzo que disfrutábamos mientras mirábamos por la ventana el espectacular panorama de los edificios, la avenida y las casas que nos propiciaba el vivir en el piso sexto de la torre dos de Sauces de Floralia. Siempre prendíamos el televisor para ver las noticias y nos sorprendió que, mientras masticábamos nuestra presa de pollo apanado, daban un boletín especial de la CNN que mostraban una y otra vez como una avioneta (al parecer) se accidentaba contra una de las torres de World Trade Center.

 -Luis Fernando Urrea Beltrán

La obra inconclusa


La ciudad estaba en plena construcción, todas las avenidas principales tenían trabajo de reparcheo el Transmilenio terminaba su primera etapa y comenzaba la segunda, era el alcalde “Lucho” Garzón, un hombre reconocido por su trabajo como sindicalista al parecer lo único que hizo fue seguir con los lineamientos que dejaron sus antecesores Mokus y Peñalosa quienes tienen como referencia histórica que le cambiaron la cara a una ciudad que venia en decadencia.

La avenida Suba es una vía que comunica casi exclusivamente a lo que era hace unos años una alejada población y ahora es un barrio más que sufre de la terrible calamidad de trancotes constantes antes y en el momento en que comienza a construirse la trocal del nuevo medio masivo de transporte.

Tengo una moto tipo Bespa de Auteco, que me sirve para ir a la universidad y al trabajo dándome la facilidad de esquivar estos molestos trancones que se generan por la avenida Suba con 127 y ese día cuando estaba llegando a una parte de la vía que lleva hasta este barrio donde el sentido norte - sur es de nivel más alto que el sentido sur – norte quedo atónito al ver como rodeado de policías de transito, trabajadores de la obra, una ambulancia que apenas esta llegando y algunos curiosos en la calzada rápida del nivel bajo hay un bus escolar apastado por una gigantesca grúa que esta ruedas arriba.


Luego me enteré que allí murieron 21 niños, por eso ese lugar, donde hay un monumento, se llama 21 ángeles.


Autor Luis Fernando Urrea Beltrán


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