Esa noche estaba enardecido y mi corazón latía desenfrenado en medio de un orgullo lastimado.
La avenida trece está enfrente del colegio, es un gran terreno rodeado con un odioso muro de bloques que quisieron hacer amistoso con pinturas lúdicas de paisajes campestres y niños botando su basura en canecas. A un costado había unos concesionarios de camperos y camiones al otro lado una bomba de gasolina.
Supe donde estudiaba un día que pasábamos en bus en camino al concierto de Gloria Trevi. Desde ese instante aproveché cada instante para recorrer el barrio y descubrir la distancia que hay entre la Avenida de las Américas y la Avenida Quito.